Es raro encontrar a Jean-Marc sentado mucho tiempo en su escritorio. Responsable de explotación en Pouliquen desde 2008, este hombre alto, de silueta esbelta y mirada azul pícara, pasa su tiempo entre el taller de envasado y las oficinas. Siempre en movimiento, siempre disponible, encarna a su manera la energía de la empresa.
De la mecánica a la explotación
Procedente de una familia de agricultores (producción lechera y patatas), Jean-Marc se orientó tras el bachillerato hacia un BTS en mecánica y automatismo industrial. En 2003, poco después de obtener su título, se incorporó a la empresa para encargarse del mantenimiento de las máquinas. «Todo lo he aprendido aquí», confiesa. «En el BTS ves muchas cosas, pero lo vuelves a aprender todo una vez que estás en la empresa. El trabajo depende de las máquinas. » En sus inicios, el taller era muy diferente: menos estructurado, menos automatizado. Con su compañero de entonces, André, hoy jubilado, aprendió a reparar, ajustar y mejorar los equipos.
Una confianza ganada sobre el terreno
En 2008, Jean-Marc pasó a ser responsable de explotación. Una evolución natural, marcada por la confianza que le otorgó la dirección. «El hecho de que me pidieran participar en las reestructuraciones fue una verdadera muestra de confianza. Y eso es importante». Desde entonces, Jean-Marc dirige un equipo de entre 10 y 15 personas, según la temporada, vela por el buen funcionamiento del parque de máquinas y se asegura de que todos los pedidos salgan a tiempo.
Pero su función va mucho más allá de las paredes del taller de embalaje. Calidad, logística, recursos humanos, comercio… Él es el enlace con todos los departamentos. «Las herramientas de mensajería son prácticas. Pero nada sustituye al ser humano, a una conversación real», subraya.
Gerente, sí… pero siempre al servicio del colectivo
¿Qué es lo que más le gusta? El ambiente y el espíritu de equipo. «Me gusta gestionar, ayudar a mis compañeros, echar una mano aquí y allá». Y cuando se le pregunta si se ve en otro lugar, la respuesta es inmediata: «No me veo haciendo otra cosa».
Los sábados, papá se encarga
Una vez fuera del edificio, Jean-Marc asume otro papel que también desempeña desde hace muchos años: el de padre de tres hijos. «Mi mujer trabaja todos los sábados. Así que ese día soy yo el taxi familiar: deportes, amigos, cumpleaños…». Los domingos son días de descanso: «Es el único día en el que estamos todos juntos. Así que lo aprovechamos».
Con su franqueza, su disponibilidad y su sentido de la colectividad, Jean-Marc ilustra bien lo que hace la fuerza de Pouliquen: un equipo unido, en el que cada uno encuentra su lugar y contribuye al avance de la empresa.